lunes, 16 de julio de 2012


Consideraciones sobre el estado

El Estado, como forma jurídica de la vida colectiva, aparece cronológicamente hablando, con la Constitución de los Estados Unidos de América. Desde luego, este surgimiento estatal no es repentino, sino que como todas las cosas humanas, es el fruto de un proceso histórico, político y sociológico.
La Declaración de Derecho (Bill of Righ) que corona la revolución inglesa (1688-1689) establece aquellos preceptos jurídicos que son inviolables en una comunidad que se precia de ser civilizada, los cuales no pueden ser pisoteados por nadie, incluyendo al propio Rey de Inglaterra.
Aquella idea maestra fue llevada a América por los llamados Padres Peregrinos, quienes se organizaron en comunidades libres, y con el paso del tiempo, conformaron lo que después sería los Estados Unidos. Precisamente, la guerra de la independencia norteamericana de 1776, condujo condujo a la creación de aquella nación, uno de cuyos primeros pasos fue el establecimiento de su ordenamiento jurídico publico, que con algunas enmiendas, tiene vigencia hasta el presente.
La Constitución de Estados Unidos esta inspirada en el pensamiento de dos grandes teóricos, a saber, el británico John Locke y el ginebrino Juan Jacobo Rousseau. El primero de los nombrados expuso su teoría en los tratados sobre el gobierno, y el segundo en el siempre mentado Contrato Social. A los efectos de acercarnos a cierto grado de erudición, no podemos dejar de mencionar a Thomas Hobbes, otro británico, quien en su obra Leviatán, bosqueja lo que en el futuro será el Estado Totalitario.
Vale decir, Locke es el padre filosófico del liberalismo; Rousseau lo es de ciertas formas de socialismo; y Hobbes del fascismo italiano, el nacional socialismo alemán y el leninismo- estalinismo soviético. Hacemos esta síntesis, nada más que para facilitar la comprensión de la naturaleza del Estado, tal como se manifestó del siglo 18 hasta nuestros días.
 El estado liberal o político, tiene a su disposición una amplísima bibliografía, pero a modo de síntesis, solo vamos a citar a Manuel Kant, John Stuart Mill, Mirabeau, Thiers, Guizot y lo0s constitucionalistas norteamericanos como Hamilton, Jay y varios otros. Somos conscientes que omitimos muchos nombres de innegable influencia en la formulación del Estado liberal, político o más bien conocido como Estado de Derecho.
El estado social es el resultado de la proyección del pensamiento de las variadas escuelas socialistas (porque no hay que incurrir en el error de creer que hay una sola modalidad del socialismo), sobre el ambito jurídico. Uno de sus puntos de partida radica en el Contrato Social de Rousseau, cuya tesis de que la voluntad general es la expresión de la soberanía, abre camino a un tipo de estructura social, que rebasando lo meramente político (propio de la escuela liberal), se derrama, por decirlo así, en el plano colectivo, buscando que el egoísmo individual ceda espacio a la solidaridad social. Es una de las explicaciones mas obvias del Estado Social de Derecho.
Por coherencia lógica, este modelo de concepción estatal, pugna mediante un complejo paquete de leyes, en la tarea de borrar las desigualdades más odiosas, en la dignificación del trabajador, en la implantación de salario vital, en una palabra, en la lucha del Estado por reducir la inequidad generada por una economía salvaje, marchando  a paso firme en aras de la justicia social.
El Estado Social de Derecho es el que informa la Constitución Nacional de 1992, que consagra los derechos humanos, y su enriquecimiento con la incorporación de nuevas generaciones de los mismos, que conforman ya toda una nueva filosofía y practica de una visión más justa y más humana.
Es pertinente, sin embargo, advertir que existe una línea de pensamiento critico, que objeta el funcionamiento del Estado Social de Derecho, cuyo punto de partida es Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y Milton Fridman (o sea, los comúnmente llamados neoliberales), sostenedores de la tesis de que no es con leyes, sino mediante la multiplicación de empresas productivas como se mejora la condición de los trabajadores. Dicha tesis ha demostrado ser en la práctica un rotundo fracaso, pero en un trabajo académico, debe ser citado por probidad intelectual.
Tal vez un punto de equilibrio esté representado por Karl Popper, quien en su obra mas conocida, La Sociedad Abierta y sus Enemigos, nos pone en guardia, de un lado, con la tendencia de incrementar mas allá de lo conveniente los poderes del Estado; y de otro lado, con la ilusión de creer que solamente dictando leyes, va a lograrse el bienestar colectivo y la justicia social.
Por ultimo pensamos que el Estado Totalitario, a nivel mundial, es un hecho irrepetible, aunque nuestra afirmación no excluye que existan en el planeta, estructuras estatales más o menos impregnadas de elementos extraídos del totalitarismo. La resurrección de ciertas expresiones fundamentalistas, nos dan material para reflexionar sobre el tema.


Algunas conclusiones interesantes.
 
Nada peor en el ámbito académico, que incurrir en dogmatismos cerrados. Un repaso general de la historia contemporánea nos enseña que vivimos en un mundo cambiante, en cuyo contexto, la filosofía, las ciencias jurídicas, la sociología y demás disciplinas intelectuales, no solamente no aconsejan aferrarse a supuestas “ultimas palabras”, sino que proceder con apertura intelectual, para ir atesorando las mas variadas modificaciones que se operan  en todas las esferas de la existencia humana.
Además cada filósofo, cada jurista, cada pensador, cada sociólogo, al aportar elementos de verdad para una cabal interpretación de la vida humana en la tierra, nos están demostrando la inexistencia de una sabiduría absoluta, sino la realidad de una aproximación constante a la sabiduría que esta forjándose, sin abroquelarse en formulas definitivas.
El pensador español Salvador de Madariaga refiere que en el idioma alemán existe una palabra –werden- que en español equivale a lo que esta haciéndose permanentemente y a lo que nunca concluye de hacerse, es decir, el estado de evolución del ser humano y de su propia vida. Tal vez esa sea una advertencia a todos nosotros, para no incurrir en el pecado de soberbia, de creernos soberanamente sabios, cuando que en realidad, apenas somos buscadores de conceptos cada vez mas avanzados y mejores, para una cabal interpretación de la realidad.
Con esa humildad intelectual hemos elaborado este trabajo, pues no somos otra cosa, que eslabones del conocimiento humano, en pleno desarrollo, correspondiéndole solamente a Dios la omnicomprensión de lo absoluto. Esto no impide que sigamos avanzando para ilustrarnos cada vez más, para servir con mayor lucidez a nuestra nación y a nosotros mismos.



Leandro Prieto R..

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