Consideraciones sobre el
estado
El Estado, como forma jurídica de la vida colectiva, aparece
cronológicamente hablando, con la Constitución de los Estados Unidos de América.
Desde luego, este surgimiento estatal no es repentino, sino que como todas las
cosas humanas, es el fruto de un proceso histórico, político y sociológico.
La Declaración de Derecho (Bill
of Righ) que corona la revolución inglesa (1688-1689) establece aquellos
preceptos jurídicos que son inviolables en una comunidad que se precia de ser
civilizada, los cuales no pueden ser pisoteados por nadie, incluyendo al propio
Rey de Inglaterra.
Aquella idea
maestra fue llevada a América por los llamados Padres Peregrinos, quienes se
organizaron en comunidades libres, y con el paso del tiempo, conformaron lo que
después sería los Estados Unidos. Precisamente, la guerra de la independencia
norteamericana de 1776, condujo condujo a la creación de aquella nación, uno de
cuyos primeros pasos fue el establecimiento de su ordenamiento jurídico
publico, que con algunas enmiendas, tiene vigencia hasta el presente.
La Constitución de Estados
Unidos esta inspirada en el pensamiento de dos grandes teóricos, a saber, el
británico John Locke y el ginebrino Juan Jacobo Rousseau. El primero de los
nombrados expuso su teoría en los tratados sobre el gobierno, y el segundo en
el siempre mentado Contrato Social. A los efectos de acercarnos a cierto grado
de erudición, no podemos dejar de mencionar a Thomas Hobbes, otro británico,
quien en su obra Leviatán, bosqueja lo que en el futuro será el Estado
Totalitario.
Vale decir, Locke
es el padre filosófico del liberalismo; Rousseau lo es de ciertas formas de
socialismo; y Hobbes del fascismo italiano, el nacional socialismo alemán y el
leninismo- estalinismo soviético. Hacemos esta síntesis, nada más que para
facilitar la comprensión de la naturaleza del Estado, tal como se manifestó del
siglo 18 hasta nuestros días.
El estado liberal o político, tiene a su
disposición una amplísima bibliografía, pero a modo de síntesis, solo vamos a
citar a Manuel Kant, John Stuart Mill, Mirabeau, Thiers, Guizot y lo0s
constitucionalistas norteamericanos como Hamilton, Jay y varios otros. Somos
conscientes que omitimos muchos nombres de innegable influencia en la
formulación del Estado liberal, político o más bien conocido como Estado de
Derecho.
El estado social
es el resultado de la proyección del pensamiento de las variadas escuelas
socialistas (porque no hay que incurrir en el error de creer que hay una sola
modalidad del socialismo), sobre el ambito jurídico. Uno de sus puntos de
partida radica en el Contrato Social de Rousseau, cuya tesis de que la voluntad
general es la expresión de la soberanía, abre camino a un tipo de estructura
social, que rebasando lo meramente político (propio de la escuela liberal), se
derrama, por decirlo así, en el plano colectivo, buscando que el egoísmo
individual ceda espacio a la solidaridad social. Es una de las explicaciones
mas obvias del Estado Social de Derecho.
Por coherencia
lógica, este modelo de concepción estatal, pugna mediante un complejo paquete
de leyes, en la tarea de borrar las desigualdades más odiosas, en la
dignificación del trabajador, en la implantación de salario vital, en una
palabra, en la lucha del Estado por reducir la inequidad generada por una
economía salvaje, marchando a paso firme
en aras de la justicia social.
El Estado Social
de Derecho es el que informa la Constitución Nacional
de 1992, que consagra los derechos humanos, y su enriquecimiento con la
incorporación de nuevas generaciones de los mismos, que conforman ya toda una
nueva filosofía y practica de una visión más justa y más humana.
Es pertinente,
sin embargo, advertir que existe una línea de pensamiento critico, que objeta
el funcionamiento del Estado Social de Derecho, cuyo punto de partida es Ludwig
von Mises, Friedrich Hayek y Milton Fridman (o sea, los comúnmente llamados
neoliberales), sostenedores de la tesis de que no es con leyes, sino mediante
la multiplicación de empresas productivas como se mejora la condición de los
trabajadores. Dicha tesis ha demostrado ser en la práctica un rotundo fracaso,
pero en un trabajo académico, debe ser citado por probidad intelectual.
Tal vez un punto
de equilibrio esté representado por Karl Popper, quien en su obra mas conocida,
La Sociedad Abierta
y sus Enemigos, nos pone en guardia, de un lado, con la tendencia de
incrementar mas allá de lo conveniente los poderes del Estado; y de otro lado,
con la ilusión de creer que solamente dictando leyes, va a lograrse el
bienestar colectivo y la justicia social.
Por ultimo
pensamos que el Estado Totalitario, a nivel mundial, es un hecho irrepetible,
aunque nuestra afirmación no excluye que existan en el planeta, estructuras
estatales más o menos impregnadas de elementos extraídos del totalitarismo. La
resurrección de ciertas expresiones fundamentalistas, nos dan material para
reflexionar sobre el tema.
Algunas conclusiones interesantes.
Nada peor en el ámbito académico, que incurrir en dogmatismos cerrados.
Un repaso general de la historia contemporánea nos enseña que vivimos en un
mundo cambiante, en cuyo contexto, la filosofía, las ciencias jurídicas, la
sociología y demás disciplinas intelectuales, no solamente no aconsejan
aferrarse a supuestas “ultimas palabras”, sino que proceder con apertura
intelectual, para ir atesorando las mas variadas modificaciones que se
operan en todas las esferas de la
existencia humana.
Además cada filósofo, cada jurista, cada pensador, cada sociólogo, al
aportar elementos de verdad para una cabal interpretación de la vida humana en
la tierra, nos están demostrando la inexistencia de una sabiduría absoluta,
sino la realidad de una aproximación constante a la sabiduría que esta
forjándose, sin abroquelarse en formulas definitivas.
El pensador español Salvador de Madariaga refiere que en el idioma
alemán existe una palabra –werden- que en español equivale a lo que esta
haciéndose permanentemente y a lo que nunca concluye de hacerse, es decir, el
estado de evolución del ser humano y de su propia vida. Tal vez esa sea una
advertencia a todos nosotros, para no incurrir en el pecado de soberbia, de
creernos soberanamente sabios, cuando que en realidad, apenas somos buscadores
de conceptos cada vez mas avanzados y mejores, para una cabal interpretación de
la realidad.
Con esa humildad intelectual hemos elaborado este trabajo, pues no
somos otra cosa, que eslabones del conocimiento humano, en pleno desarrollo,
correspondiéndole solamente a Dios la omnicomprensión de lo absoluto. Esto no
impide que sigamos avanzando para ilustrarnos cada vez más, para servir con
mayor lucidez a nuestra nación y a nosotros mismos.
Leandro Prieto R..
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