domingo, 22 de junio de 2014

Una perspectiva para la acción política en la cultura contemporánea.



Introducción


El mundo vive una revolución tecnología, cuyo dimensionamiento todavía no podemos evaluar debidamente, porque dicho proceso está dinámicamente en continuo cambio. Directa e indirectamente, el país está transitando también, dentro de nuevos causes políticos y socio-económicos, que nos conducen a una etapa mucho mas compleja de las que les cupo protagonizar a nuestros mayores, y también enteramente sorprendente para nosotros mismos, que no dejamos de asombrarnos ante mutaciones sustantivas, que se operan ante nuestra visión, con vertiginosa rapidez. ¿Como dejarían entonces de afectar, cambios tan rotundos, a nuestra cultura, entendida como conjunto de conocimientos, incluida las opiniones, actitudes, comportamientos, creencias, valores, y a su vez, por ende, a las instituciones tales como el Estado y su estructura política?

Las personas somos creadoras, receptoras, portadoras y ejecutoras de la cultura, así como también, y en palabras del celebre y siempre presente Estagirita somos un Zóon Politikon, haciendo referencia al amplio, si no es total, espectro que abarca la política en la actividad humana. Estas dos dimensiones de la condición humana indefectiblemente son parte de un mismo elemento y se condicionan mutuamente. Decía Walter Theimer en el prologo a su libro Historia de las ideas políticas: “A cada filosofía política corresponde una antropología, una concepción de la naturaleza humana”.

Por ello, al momento de planificar futuras acciones políticas es necesario, o mejor dicho imprescindible, tener un conocimiento acabado  o lo más próximo posible del contexto cultural en el que se desarrollarán dichas acciones para poder lograr instalar  los resultados que se pretenden y conseguir con éxito el objetivo propuesto.

         En su prologo a la traducción del Anti-Maquiavelo. Ensayo de una critica a Maquiavelo sobre el príncipe y su arte de gobernar de Federico el Grande de Prusia, Denes Martos planteaba lo siguiente: “En términos generales, la actividad política tiene tres momentos-clave. “Al principio está la conquista del poder puesto que los vacíos de poder son muy raros, en todo caso muy breves en el tiempo, y por regla general el poder está siempre ocupado por alguien que jamás lo entregará gratuitamente. A la conquista le sigue la construcción política mediante la cual el poder conquistado se afianza y avanza sobre los objetivos que su poseedor se ha propuesto. Y por último, casi diríamos que como corolario del primer momento, el poder necesita ser consolidado y defendido ya que siempre será disputado por otros que también aspiran a ejercerlo.” Y párrafo siguiente continúa diciendo; “Cada uno de estos momentos exige estrategias, métodos y procedimientos propios…” lo cual es cierto, con excepción a una herramienta fundamental que sirve permanentemente de sostén y promotora en común de los tres momentos mencionados: la comunicación.
         Mencionando esto es de notar que con los veloces avances tecnológicos, específicamente en la comunicación que es lo que atañe a este trabajo, la sociedad  ha ido moldeándose en su aspecto cultural en lo que ahora se conoce como Cultura Contemporánea y es ante este hecho que: “La democracia necesita una nueva forma de hablar” (La opinión pública. Esfera pública y comunicación Barcelona, Paidós, 2001. Página 34).
            Sintetizando. El enfoque de este desarrollo teórico será el de la fundamental importancia de la comunicación de las acciones políticas, en sus tres estadios generales: conquista, construcción y consolidación, dentro de un contexto democrático, en la cultura contemporánea.




 
Cultura Contemporánea.
         Un libro interesante que marcó mis lecturas de adolescente fue La cultura es lo que importa. Como los valores dan forma al progreso humano de Samuel P. Huntington y Lawrence E. Harrison.
         En su prefacio, el primero de los mencionados escribía: “El término ‘cultura’, por supuesto, ha tenido múltiples significados en disciplinas y contextos diferentes. Con frecuencia se lo utiliza para referirse a los productos intelectuales, musicales, artísticos y literarios de una sociedad, la ‘alta cultura’. Los antropólogos, quizás de manera más notable Clifford Geertz, han puesto el énfasis en la cultura como una ‘descripción gruesa’ y la usan para referirse a todas las formas de vida de una sociedad: sus valores, practicas, símbolos, instituciones y relaciones humanas. En este libro, sin embargo, estamos interesados en la manera en que la cultura afecta el desarrollo de la sociedad; si la cultura incluye todo, no explica nada. Por lo tanto, definimos la cultura en términos puramente subjetivos como los valores, actitudes, creencias, orientaciones y suposiciones subyacentes que prevalecen entre las personas que conforman una sociedad”. Siguiente párrafo continua: “Si bien es cierto que los factores culturales afectan el progreso humano y a veces lo obstruyen, sin embargo también estamos interesados en la cultura como una variable dependiente, es decir, la segunda verdad de Moyniham: ¿cómo puede la acción política o de otro tipo modificar o eliminar los obstáculos culturales al progreso?
         Todo este largo enunciado es al efecto practico en primer lugar de manifestar la adhesión al uso subjetivo del término tal como lo hace la obra antedicha y en segundo lugar para dejar constancia, con aquella pregunta con la que culmina, que no es nuevo el planteamiento de cómo influir en la cultura como medio para lograr objetivos ya sean a corto, mediano o largo plazo.
         Ante la subjetivación del término cultura y agregando a la misma la expresión ´contemporánea´ se ira cerrando la idea junto con la ayuda de dos grandes pensadores. No es la intención definir o conceptualizar, si no tan solo caracterizar a la cultura contemporánea.
         Martin Heidegger sostenía en Serenidad:
“Muchos alemanes han perdido su tierra natal, tuvieron que abandonar sus pueblos y ciudades, expulsados del suelo natal. Otros muchos, cuya tierra natal les fue salvada, emigraron sin embargo y fueron atrapados en el ajetreo de las grandes ciudades, obligados a establecerse en el desierto de los barrios industriales. Se volvieron extraños a la vieja tierra natal. ¿Y los que permanecieron en ella? En muchos aspectos están aún más desarraigados que los exiliados. Cada día, a todas horas están hechizados por la radio y la televisión. Semana tras semana las películas los arrebatan a ámbitos insólitos para el común sentir, pero que con frecuencia son bien ordinarios y simulan un mundo que no es mundo alguno. En todas partes están a mano las revistas ilustradas. Todo esto con que los modernos instrumentos técnicos de información estimulan, asaltan y agitan hora tras hora al hombre - todo esto le resulta hoy más próximo que el propio campo en torno al caserío; más próximo que el cielo sobre la tierra; más próximo que el paso, hora tras hora, del día a la noche; más próximo que la usanza y las costumbres del pueblo; más próximo que la tradición del mundo en que ha nacido.
Nos volvemos aún más pensativos y preguntamos: ¿Si esto es así, puede el hombre, puede en el futuro una obra humana todavía prosperar desde una fértil tierra natal y elevarse al éter, esto es, a la amplitud del cielo y del espíritu? ¿O es que todo irá a parar a la tenaza de la planificación y computación, de la organización y de la empresa automatizada?
Si intentamos meditar lo que la celebración de hoy nos sugiere, observaremos que nuestra época se ve amenazada por la pérdida de arraigo. Y preguntamos: ¿qué acontece propiamente en esta época?, ¿qué es lo que la caracteriza?”
Prosiguiendo se transcriben extractos de una entrevista al sociólogo Zygmunt Bauman, creador del término  “modernidad liquida”, realizada por Jorge Lanata en 26 personas para salvar al mundo:
“La cuestión es que las viejas herramientas de acción que teníamos ya no funcionan apropiadamente y las nuevas formas de acción no han sido inventadas ni puestas en práctica. Así que lo viejo ya no funciona y lo nuevo no ha sido establecido. Es por eso que llamo a nuestro periodo interregnum.
El desarrollo de la tecnología es una de las grandes causas de la incertidumbre por una razón muy simple, Hans Jonas el gran filosofo de la ética de siglo XX lo dijo de esta manera: -la tecnología en las recientes décadas se ha desarrollado enormemente de tal forma que hoy los hombres por primera vez en nuestra historia  nos encontramos capaces de destruir el mundo-, Por otro lado, Hans Jonas dijo: -nuestra imaginación moral no se ha desarrollado más allá de Adan y Eva-.
Pienso que la gente creerá en Dios  siempre pero yo no creo en Dios. Ulrich Beck sociólogo alemán publicó un libro llamado ‘El Dios propio’. Lo que dice es que la religión esta creciendo. La religión esta alcanzado cada vez mas y mas personas. El ateismo no es más una moda. Eso es muy importante porque la cultura actúa a través de la moda. Pero Dios ya no esta institucionalizado. Es un Dios a la carta. Cada uno de nosotros construye un Dios.
Las personas que están a mi alrededor son todas muy jóvenes y mi predicción para ellos es que pasaran sus vidas tratando de cerrar la brecha entre el poder y la política”.
Entresacando algunas ideas a modo de resumen. Heidegger plantea el fenómeno del desarraigo en la sociedad que se ve obligada a vivir en el ajetreo de las grandes ciudades y se pregunta: “O es que todo irá a parar a la tenaza de la planificación y computación, de la organización y de la empresa automatizada?”. Esto en base a lo que el llama la “revolución de la técnica”. Luego se pregunta: “: ¿qué acontece propiamente en esta época?, ¿qué es lo que la caracteriza?”.
Es aquí donde entra Bauman; coincide su idea del avance tecnológico con la de Heidegger aclarando en otras palabras que vivimos una modernidad pero sin estar preparados para ella, plantea que las viejas herramientas ya no sirven y que las nuevas no han sido establecidas, habla de un Dios a la carta y que el próximo gran desafío es el de cerrar la brecha entre el poder y la política.
Bauman, como se menciona anteriormente, fue el desarrollador del concepto de modernidad liquida en una obra que lleva ese mismo nombre. Interpretando al sociólogo anglo-polaco se puede decir que la modernidad sólida presentaba a un garante para la certidumbre y seguridad, tanto física como síquica, de las personas; cual era el Estado. Hoy esa institución ya no llena los espacios y cambios que van generando el dinámico avance de as ciencias y las tecnologías. Entonces el ser humano se emancipa, se vuelve hacia adentro, más individuo, olvidando lo colectivo lo que le genera a su vez satisfacción pero también incertidumbre resultando en un ser desarraigado, ligero, nómada, critico de la vieja moral y enraizado a las nuevas tecnologías, moldeado por el aluvión de nuevos cambios en todas las disciplinas y especialmente afrontando nuevos y desconocidos desafíos. Planteando la imprevisibilidad de los sucesos históricos, haciendo una alegoría al aleteo de la mariposa refiriéndose a la teoría del caos. Sostiene que la pregunta en estos tiempos no es ¿que se debe hacer?, si no ¿Quién lo hará? ¿Quién podrá en ese medio entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo  que no empieza a nacer, a lo que Bertolt Brecht llamó crisis y Bauman lo llama interregnum en referencia a la antigua institución romana. Lo viejo en época de lo contractual, lo rígido, lo férreamente establecido es lo sólido, que va cediendo terreno vertiginosamente a lo liquido, lo que fluye en un periodo donde se endiosa la rapidez, la velocidad, lo superficial, donde el tiempo ha conquistado al espacio en un mundo globalizado, interconectado.
Es esta la cultura contemporánea, en donde el Estado y la política por un lado y la sociedad por otro, van por caminos distintos en la modernidad liquida.
Para continuar el planteamiento de este trabajo es necesario responder a dos interrogantes: ¿Quién, quienes o que podrá llevar a cabo las acciones políticas en el contexto ut supra definido?¿Qué acción o acciones políticas pueden desarrollarse en la cultura contemporánea como paliativo a un periodo de transición entre dos épocas como lo dice Bauman?
A la primera pregunta la respuesta es el Estado, y en consecuencia, los actores políticos, principalmente los colectivos. Ahora, ¿como puede ser que la institución más representativa de lo viejo, de ese modernidad sólida que va cediendo sea la protagonista que acompañe a la sociedad en esa transición? El Estado es la única institución capaz de emprender proyectos de gran envergadura y a prolongadísimos plazos  soportando a la par un periodo de crisis.
Para la segunda pregunta, la respuesta como ya se anticipaba al inicio es la comunicación.

Acción política, poder y comunicación.
La acción política es definida por la enciclopedia virtual eumed.net como el: “Conjunto de actos dotados de sentido y significación política, o sea relacionado con la conquista y ejercicio del poder, para la construcción de un orden social deseable según la idea de quienes lo realizan. Normalmente procura acrecentar las condiciones de seguridad y libertad para el disfrute de los calores sustantivos de la vida social (poder, respeto, rectitud, riqueza, salud, educación, habilidades, afecto) para el actor, su grupo o la sociedad en su conjunto.
Para Bauman la política “es la habilidad para decidir que cosas debemos hacer” y por ende las acciones de esas decisiones tienen significación política; y el poder, según el mismo pensador: “es la habilidad para hacer cosas”.
Manuel Castells, sociólogo, investigador de la comunicación, autor de varias obras entre ellas la de sugestivo titulo: Comunicación y poder, decía en una entrevista realizada por Magazine Digital de la Vanguardia, en ocasión de la publicación de la obra dicha, que el poder: “es la capacidad de algunas personas, organizaciones o instituciones de hacer que otros actúen de forma que favorezca los intereses y los valores de los que tienen el poder” y también definió a la comunicación diciendo que es: “compartir significado a través del intercambio de información”.
Castells sostiene que en la comunicación es donde se construye el poder, lo cual esta ligado a la política y por ende al Estado, el cual según Bauman es representativo del modernismo sólido y que según el primero de los citados ha perdido mucho poder pero sin embargo sigue teniendo un papel importante en la construcción del poder y que lo garantiza, conformando una ultima instancia para ese efecto.
Sin embargo no es la construcción del poder el tema de este trabajo. El objetivo es de proponer la comunicación como herramienta fundamental de la acción política en sus tres estadios; de conquista (del poder) en este caso es indiscutible su utilización e importancia, construcción y consolidación, que son las etapas donde, una vez conquistado el poder se relajan las comunicaciones como sostén y propulsora de la actividad política, error en el que caen sucesivos gobiernos en este país.
La comunicación referida es también la de compartir significado a través del intercambio de información pero no para construir poder sino para ejercerlo. Es por eso que el Estado debe participar en ese complejo proceso de redes, metaredes, programas, metaprogramas, conexiones, enlaces e interacciones a las que se refiere Castells, democráticamente en igualdad de condiciones por supuesto, con el fin de ejecutar el rol, de lo que Natalicio González definía como el estado servidor del hombre libre, conformándose en un organismo omnipresente, mas no totalitario, interpretando los rasgos y características de la cultura contemporánea para adecuarse a ella e interactuar con esos individuos nómades por medio del proceso comunicativo reconociendo la inmediatez y dinamismo que los identifica para así estar, si es posible, a un solo click de distancia.
De esta forma el Estado podría avanzar en ese terreno que retrocedió o cedió, acercándose a la materia prima de la democracia cual es el ciudadano. Una comunicación a la vez informativa como también interactiva, que se retroalimente, brindando la sensación a las personas de estar participando en el proceso histórico de su presente y futuro para así proponerles su reintegración a la comunidad, a la acción colectiva.
Aristóteles, creía que los sentimientos colectivos de la demos podían contribuir, con una especie de sentido co­mún, a los asuntos políticos. Claro que aquel entonces  el agora era un evento concentrado al que todo ciudadano estaba deseoso u obligado a asistir. Hoy los asuntos públicos, la política, la democracia se han vuelto muy complejas exigiendo más de lo que pueden a los ciudadanos en cuanto a la atención de estos temas. Las instituciones tradicionales (municipios, gobernaciones, parlamento, juzgados etc.) y sus canales convencionales (votación, derecho a petitorio, referendum entre otros) ya no aportan a una conexión o intercambio de información y significados entre el Estado y la ciudadanía. Es por eso que cada vez menos gente se interesa en estas cuestiones.
         Por ello el estado debe sacudirse, salir de su marasmo e ir en busca de la gente o mejor dicho, estar a lado de la gente, lo más próximo posible. Esto en sentido material o físico sería casi imposible pero utilizando las nuevas tecnologías, TIC´S, Internet, en combinación con las más convencionales como la radio y la televisión que siguen teniendo  impacto en la sociedad no para enfocar, solamente a la vieja usanza la comunicación, al decir de Vincent Price: “la comunicación es, simplemente, una herramienta tanto para la persuasión como para la recogida de información, potencialmente útil tanto para controlar las opiniones como para solicitarlas” (La opinión pública. Esfera pública y comunicación Barcelona, Paidós, 2001. Página 50). Se puede ir más allá. Si consideramos que la comunicación es el ámbito donde se construye el poder y el poder es la habilidad de hacer las cosas, se podría utilizar el proceso comunicativo para generar bienestar, confianza, sentido de pertenencia, combatir la incertidumbre hasta inclusive para generar seguridad física, no solo síquica.

         Reforzando la idea inmediata anterior Walter Lippmann decía: “la inserción de un pseudoambiente entre el hom­bre y su ambiente real. El comportamiento del hombre responde a ese pseudoambiente, pero, como es comportamiento efectivo, las consecuencias, si son actos, obran no en el pseudoambiente donde el comportamiento encuentra su estímulo, sino en el verdadero ambiente donde se desarrolla la acción”. (La opinión pública
Buenos Aires, Compañía General Fabril Editora, 1964. P+agina 5)

         En la pagina 541 del libro Comunicación y Poder de Castells dice, refiriéndose a los dueños de las redes empresariales multimedia: “Así, consiguen sus intereses (hacer dinero y tener influencia) diseñando el contenido de nuestra cultura en consonancia con sus estrategias empresariales”. Personalmente considero que ese diseño de contenido que se menciona también debe estar adaptado a la cultura del momento, del estrato social al que se apunta. No obstante, con estas consideraciones no es difícil aseverar que el Estado puede convertirse al Estado comunicativo, interactivo con todas las herramientas existentes.

         No es la idea de imponer valores o cultura determinada sino que se pretende interactuar entre y con ellas. Tampoco la propuesta es la de la orquestación en el sentido de utilizar  todos los medios para crear y ambientar, crear una realidad.
A lo largo de este trabajo se fue hablando más del Estado que cualquier otra institución de la actividad política, pero al referirse al mismo como máxima expresión de esas actividades se pretende incluir a todos los actores políticos y como ya decíamos, en especial a los colectivos como los partidos políticos por ejemplo. Abarcar toda la actividad política. Sería como un efecto cascada.
Si se lograse institucionalizar la comunicación, tal como la describimos, como elemento esencial para la vida democrática podría constituirse en ese paliativo, o quizás en conductor a la solución del problema de la brecha entre el poder y política.
En e estadio de a conquista del poder, el Marketing Político o en algunos casos llamado Comunicación Política, han logrado convencer a los actores políticos de la importancia de todo esto, pero el problema es una vez en el poder. Es ahí donde debe también institucionalizarse la comunicación, pero no la informativa unilateral, sino la interactiva.









Palabras finales.

Determinados factores del proceso histórico, entre los cuales citamos algunos, han convergido en la conformación de una nueva forma de ser en las personas; la cultura contemporánea.
La velocidad y dinámica de los avances tecnológicos, científicos y en todas las disciplinas en general han acelerado el ritmo de vida y nos lleva hacia un sendero donde algo o alguien no esta. Es el Estado, otrora representante de una concepción de la vida colectiva y hoy ausente en el acompañamiento de ese proceso de transformación pero existente aún, como ultima ratio, en la complejidad de la construcción y ejercicio del poder.
Esa ausencia de acompañamiento a la sociedad en su viaje transformativo crea una brecha entre política y poder pero a la vez, su permanencia como ultima instancia en las cuestiones de poder le brinda la gran posibilidad de recuperar  terreno mediante la comunicación, con una única condición imprescindible, adaptarse a esa nueva forma de ser, que más que un ciudadano es un individuo desafectado de las cuestiones políticas, nómada y amante de lo rápido, ágil, en cuestiones de tiempo. Es a esa persona, que ya no dará vueltas a mirar el Estado, hablando conceptualmente, es la que debe ser alcanzada y el único medio es la comunicación.
La comunicación debe en principio ser institucionalizada para ser inmanente al Estado y ese proceso es circular ya que solo mediante la comunicación se podría institucionalizar la comunicación de modo a que ésta sea una parte inseparable de las acciones políticas de todos los actores políticos existentes.
Una vez sobrepasado ese estadio, el Estado podría empezar a considerarse un organismo sujeto de poder y compañero de la cultura contemporánea.

Leandro Prieto Ruiz



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