Introducción
El mundo vive una revolución tecnología, cuyo
dimensionamiento todavía no podemos evaluar debidamente, porque dicho proceso
está dinámicamente en continuo cambio. Directa e indirectamente, el país está
transitando también, dentro de nuevos causes políticos y socio-económicos, que
nos conducen a una etapa mucho mas compleja de las que les cupo protagonizar a
nuestros mayores, y también enteramente sorprendente para nosotros mismos, que
no dejamos de asombrarnos ante mutaciones sustantivas, que se operan ante
nuestra visión, con vertiginosa rapidez. ¿Como dejarían entonces de afectar,
cambios tan rotundos, a nuestra cultura, entendida como conjunto de
conocimientos, incluida las opiniones, actitudes, comportamientos, creencias,
valores, y a su vez, por ende, a las instituciones tales como el Estado y su
estructura política?
Las personas somos creadoras, receptoras, portadoras y
ejecutoras de la cultura, así como también, y en palabras del celebre y siempre
presente Estagirita somos un Zóon Politikon, haciendo referencia al amplio, si
no es total, espectro que abarca la política en la actividad humana. Estas dos
dimensiones de la condición humana indefectiblemente son parte de un mismo
elemento y se condicionan mutuamente. Decía Walter Theimer en el prologo a su
libro Historia de las ideas políticas:
“A cada filosofía política corresponde una antropología, una concepción de la
naturaleza humana”.
Por ello, al momento de planificar futuras acciones
políticas es necesario, o mejor dicho imprescindible, tener un conocimiento
acabado o lo más próximo posible del
contexto cultural en el que se desarrollarán dichas acciones para poder lograr
instalar los resultados que se pretenden
y conseguir con éxito el objetivo propuesto.
En su prologo a la traducción del Anti-Maquiavelo. Ensayo de una critica a
Maquiavelo sobre el príncipe y su arte de gobernar de Federico el Grande de
Prusia, Denes Martos planteaba lo siguiente: “En términos generales, la
actividad política tiene tres momentos-clave. “Al principio está la conquista
del poder puesto que los vacíos de poder son muy raros, en todo caso muy breves
en el tiempo, y por regla general el poder está siempre ocupado por alguien que
jamás lo entregará gratuitamente. A la conquista le sigue la construcción
política mediante la cual el poder conquistado se afianza y avanza sobre los
objetivos que su poseedor se ha propuesto. Y por último, casi diríamos que como
corolario del primer momento, el poder necesita ser consolidado y
defendido ya que siempre será disputado por otros que también aspiran a ejercerlo.”
Y párrafo siguiente continúa diciendo; “Cada uno de estos momentos exige
estrategias, métodos y procedimientos propios…” lo cual es cierto, con
excepción a una herramienta fundamental que sirve permanentemente de sostén y
promotora en común de los tres momentos mencionados: la comunicación.
Mencionando esto es de notar que con
los veloces avances tecnológicos, específicamente en la comunicación que es lo
que atañe a este trabajo, la sociedad ha
ido moldeándose en su aspecto cultural en lo que ahora se conoce como Cultura
Contemporánea y es ante este hecho que: “La democracia necesita una nueva forma
de hablar” (La opinión pública. Esfera pública y
comunicación Barcelona, Paidós, 2001. Página 34).
Sintetizando.
El enfoque de este desarrollo teórico será el de la fundamental importancia de
la comunicación de las acciones políticas, en sus tres estadios generales:
conquista, construcción y consolidación, dentro de un contexto democrático, en
la cultura contemporánea.
Cultura
Contemporánea.
Un libro interesante que marcó mis
lecturas de adolescente fue La cultura es
lo que importa. Como los valores dan forma al progreso humano de Samuel P.
Huntington y Lawrence E. Harrison.
En su prefacio, el primero de los
mencionados escribía: “El término ‘cultura’, por supuesto, ha tenido múltiples
significados en disciplinas y contextos diferentes. Con frecuencia se lo
utiliza para referirse a los productos intelectuales, musicales, artísticos y
literarios de una sociedad, la ‘alta cultura’. Los antropólogos, quizás de
manera más notable Clifford Geertz, han puesto el énfasis en la cultura como
una ‘descripción gruesa’ y la usan para referirse a todas las formas de vida de
una sociedad: sus valores, practicas, símbolos, instituciones y relaciones humanas.
En este libro, sin embargo, estamos interesados en la manera en que la cultura
afecta el desarrollo de la sociedad; si la cultura incluye todo, no explica
nada. Por lo tanto, definimos la cultura en términos puramente subjetivos como
los valores, actitudes, creencias, orientaciones y suposiciones subyacentes que
prevalecen entre las personas que conforman una sociedad”. Siguiente párrafo
continua: “Si bien es cierto que los factores culturales afectan el progreso
humano y a veces lo obstruyen, sin embargo también estamos interesados en la
cultura como una variable dependiente, es decir, la segunda verdad de Moyniham:
¿cómo puede la acción política o de otro tipo modificar o eliminar los
obstáculos culturales al progreso?
Todo este largo enunciado es al efecto
practico en primer lugar de manifestar la adhesión al uso subjetivo del término
tal como lo hace la obra antedicha y en segundo lugar para dejar constancia,
con aquella pregunta con la que culmina, que no es nuevo el planteamiento de
cómo influir en la cultura como medio para lograr objetivos ya sean a corto,
mediano o largo plazo.
Ante la subjetivación del término
cultura y agregando a la misma la expresión ´contemporánea´ se ira cerrando la
idea junto con la ayuda de dos grandes pensadores. No es la intención definir o
conceptualizar, si no tan solo caracterizar a la cultura contemporánea.
Martin Heidegger sostenía en Serenidad:
“Muchos alemanes han perdido su tierra natal,
tuvieron que abandonar sus pueblos y ciudades, expulsados del suelo natal.
Otros muchos, cuya tierra natal les fue salvada, emigraron sin embargo y fueron
atrapados en el ajetreo de las grandes ciudades, obligados a establecerse en el
desierto de los barrios industriales. Se volvieron extraños a la vieja tierra
natal. ¿Y los que permanecieron en ella? En muchos aspectos están aún más
desarraigados que los exiliados. Cada día, a todas horas están hechizados por
la radio y la televisión. Semana tras semana las películas los arrebatan a
ámbitos insólitos para el común sentir, pero que con frecuencia son bien
ordinarios y simulan un mundo que no es mundo alguno. En todas partes están a
mano las revistas ilustradas. Todo esto con que los modernos instrumentos
técnicos de información estimulan, asaltan y agitan hora tras hora al hombre -
todo esto le resulta hoy más próximo que el propio campo en torno al caserío;
más próximo que el cielo sobre la tierra; más próximo que el paso, hora tras
hora, del día a la noche; más próximo que la usanza y las costumbres del
pueblo; más próximo que la tradición del mundo en que ha nacido.
Nos volvemos aún más pensativos y
preguntamos: ¿Si esto es así, puede el hombre, puede en el futuro una obra
humana todavía prosperar desde una fértil tierra natal y elevarse al éter, esto
es, a la amplitud del cielo y del espíritu? ¿O es que todo irá a parar a la
tenaza de la planificación y computación, de la organización y de la empresa
automatizada?
Si intentamos meditar lo que la celebración
de hoy nos sugiere, observaremos que nuestra época se ve amenazada por la
pérdida de arraigo. Y preguntamos: ¿qué acontece propiamente en esta época?,
¿qué es lo que la caracteriza?”
Prosiguiendo se transcriben extractos de una
entrevista al sociólogo Zygmunt Bauman, creador del término “modernidad liquida”, realizada por Jorge
Lanata en 26 personas para salvar al
mundo:
“La cuestión es que las viejas herramientas
de acción que teníamos ya no funcionan apropiadamente y las nuevas formas de
acción no han sido inventadas ni puestas en práctica. Así que lo viejo ya no
funciona y lo nuevo no ha sido establecido. Es por eso que llamo a nuestro
periodo interregnum.
El desarrollo de la tecnología es una de las
grandes causas de la incertidumbre por una razón muy simple, Hans Jonas el gran
filosofo de la ética de siglo XX lo dijo de esta manera: -la tecnología en las
recientes décadas se ha desarrollado enormemente de tal forma que hoy los
hombres por primera vez en nuestra historia
nos encontramos capaces de destruir el mundo-, Por otro lado, Hans Jonas
dijo: -nuestra imaginación moral no se ha desarrollado más allá de Adan y Eva-.
Pienso que la gente creerá en Dios siempre pero yo no creo en Dios. Ulrich Beck sociólogo
alemán publicó un libro llamado ‘El Dios propio’. Lo que dice es que la
religión esta creciendo. La religión esta alcanzado cada vez mas y mas
personas. El ateismo no es más una moda. Eso es muy importante porque la
cultura actúa a través de la moda. Pero Dios ya no esta institucionalizado. Es
un Dios a la carta. Cada uno de nosotros construye un Dios.
Las personas que están a mi alrededor son
todas muy jóvenes y mi predicción para ellos es que pasaran sus vidas tratando
de cerrar la brecha entre el poder y la política”.
Entresacando algunas ideas a modo de resumen.
Heidegger plantea el fenómeno del desarraigo en la sociedad que se ve obligada
a vivir en el ajetreo de las grandes ciudades y se pregunta: “O es que todo irá
a parar a la tenaza de la planificación y computación, de la organización y de
la empresa automatizada?”. Esto en base a lo que el llama la “revolución de la
técnica”. Luego se pregunta: “: ¿qué acontece propiamente en esta época?, ¿qué
es lo que la caracteriza?”.
Es aquí donde entra Bauman; coincide su idea
del avance tecnológico con la de Heidegger aclarando en otras palabras que
vivimos una modernidad pero sin estar preparados para ella, plantea que las
viejas herramientas ya no sirven y que las nuevas no han sido establecidas,
habla de un Dios a la carta y que el próximo gran desafío es el de cerrar la
brecha entre el poder y la política.
Bauman, como se menciona anteriormente, fue
el desarrollador del concepto de modernidad liquida en una obra que lleva ese
mismo nombre. Interpretando al sociólogo anglo-polaco se puede decir que la
modernidad sólida presentaba a un garante para la certidumbre y seguridad,
tanto física como síquica, de las personas; cual era el Estado. Hoy esa
institución ya no llena los espacios y cambios que van generando el dinámico
avance de as ciencias y las tecnologías. Entonces el ser humano se emancipa, se
vuelve hacia adentro, más individuo, olvidando lo colectivo lo que le genera a
su vez satisfacción pero también incertidumbre resultando en un ser
desarraigado, ligero, nómada, critico de la vieja moral y enraizado a las
nuevas tecnologías, moldeado por el aluvión de nuevos cambios en todas las
disciplinas y especialmente afrontando nuevos y desconocidos desafíos. Planteando
la imprevisibilidad de los sucesos históricos, haciendo una alegoría al aleteo
de la mariposa refiriéndose a la teoría del caos. Sostiene que la pregunta en
estos tiempos no es ¿que se debe hacer?, si no ¿Quién lo hará? ¿Quién podrá en
ese medio entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no empieza a nacer, a lo que Bertolt
Brecht llamó crisis y Bauman lo llama interregnum en referencia a la antigua
institución romana. Lo viejo en época de lo contractual, lo rígido, lo
férreamente establecido es lo sólido, que va cediendo terreno vertiginosamente
a lo liquido, lo que fluye en un periodo donde se endiosa la rapidez, la
velocidad, lo superficial, donde el tiempo ha conquistado al espacio en un
mundo globalizado, interconectado.
Es esta la cultura contemporánea, en donde el
Estado y la política por un lado y la sociedad por otro, van por caminos
distintos en la modernidad liquida.
Para continuar el planteamiento de este
trabajo es necesario responder a dos interrogantes: ¿Quién, quienes o que podrá
llevar a cabo las acciones políticas en el contexto ut supra definido?¿Qué
acción o acciones políticas pueden desarrollarse en la cultura contemporánea
como paliativo a un periodo de transición entre dos épocas como lo dice Bauman?
A la primera pregunta la respuesta es el
Estado, y en consecuencia, los actores políticos, principalmente los
colectivos. Ahora, ¿como puede ser que la institución más representativa de lo
viejo, de ese modernidad sólida que va cediendo sea la protagonista que
acompañe a la sociedad en esa transición? El Estado es la única institución
capaz de emprender proyectos de gran envergadura y a prolongadísimos plazos soportando a la par un periodo de crisis.
Para la segunda pregunta, la respuesta como
ya se anticipaba al inicio es la comunicación.
Acción política, poder y comunicación.
La acción política es definida por la
enciclopedia virtual eumed.net como el: “Conjunto de actos dotados de sentido y
significación política, o sea relacionado con la conquista y ejercicio del
poder, para la construcción de un orden social deseable según la idea de
quienes lo realizan. Normalmente procura acrecentar las condiciones de
seguridad y libertad para el disfrute de los calores sustantivos de la vida
social (poder, respeto, rectitud, riqueza, salud, educación, habilidades,
afecto) para el actor, su grupo o la sociedad en su conjunto.
Para Bauman la política “es la habilidad para
decidir que cosas debemos hacer” y por ende las acciones de esas decisiones
tienen significación política; y el poder, según el mismo pensador: “es la
habilidad para hacer cosas”.
Manuel Castells, sociólogo, investigador de
la comunicación, autor de varias obras entre ellas la de sugestivo titulo: Comunicación y poder, decía en una
entrevista realizada por Magazine Digital de la Vanguardia, en ocasión
de la publicación de la obra dicha, que el poder: “es la capacidad de algunas
personas, organizaciones o instituciones de hacer que otros actúen de forma que
favorezca los intereses y los valores de los que tienen el poder” y también
definió a la comunicación diciendo que es: “compartir significado a través del
intercambio de información”.
Castells sostiene que en la comunicación es
donde se construye el poder, lo cual esta ligado a la política y por ende al
Estado, el cual según Bauman es representativo del modernismo sólido y que
según el primero de los citados ha perdido mucho poder pero sin embargo sigue
teniendo un papel importante en la construcción del poder y que lo garantiza,
conformando una ultima instancia para ese efecto.
Sin embargo no es la construcción del poder
el tema de este trabajo. El objetivo es de proponer la comunicación como
herramienta fundamental de la acción política en sus tres estadios; de
conquista (del poder) en este caso es indiscutible su utilización e
importancia, construcción y consolidación, que son las etapas donde, una vez
conquistado el poder se relajan las comunicaciones como sostén y propulsora de
la actividad política, error en el que caen sucesivos gobiernos en este país.
La comunicación referida es también la de
compartir significado a través del intercambio de información pero no para
construir poder sino para ejercerlo. Es por eso que el Estado debe participar
en ese complejo proceso de redes, metaredes, programas, metaprogramas,
conexiones, enlaces e interacciones a las que se refiere Castells, democráticamente
en igualdad de condiciones por supuesto, con el fin de ejecutar el rol, de lo
que Natalicio González definía como el estado servidor del hombre libre,
conformándose en un organismo omnipresente, mas no totalitario, interpretando
los rasgos y características de la cultura contemporánea para adecuarse a ella
e interactuar con esos individuos nómades por medio del proceso comunicativo
reconociendo la inmediatez y dinamismo que los identifica para así estar, si es
posible, a un solo click de distancia.
De esta forma el Estado podría avanzar en ese
terreno que retrocedió o cedió, acercándose a la materia prima de la democracia
cual es el ciudadano. Una comunicación a la vez informativa como también
interactiva, que se retroalimente, brindando la sensación a las personas de
estar participando en el proceso histórico de su presente y futuro para así
proponerles su reintegración a la comunidad, a la acción colectiva.
Aristóteles,
creía que los sentimientos colectivos de la demos
podían contribuir, con una especie de sentido común, a los asuntos políticos. Claro
que aquel entonces el agora era un evento
concentrado al que todo ciudadano estaba deseoso u obligado a asistir. Hoy los
asuntos públicos, la política, la democracia se han vuelto muy complejas
exigiendo más de lo que pueden a los ciudadanos en cuanto a la atención de
estos temas. Las instituciones tradicionales (municipios, gobernaciones,
parlamento, juzgados etc.) y sus canales convencionales (votación, derecho a
petitorio, referendum entre otros) ya no aportan a una conexión o intercambio
de información y significados entre el Estado y la ciudadanía. Es por eso que
cada vez menos gente se interesa en estas cuestiones.
Por
ello el estado debe sacudirse, salir de su marasmo e ir en busca de la gente o
mejor dicho, estar a lado de la gente, lo más próximo posible. Esto en sentido material
o físico sería casi imposible pero utilizando las nuevas tecnologías, TIC´S,
Internet, en combinación con las más convencionales como la radio y la
televisión que siguen teniendo impacto
en la sociedad no para enfocar, solamente a la vieja usanza la comunicación, al
decir de Vincent Price: “la comunicación es, simplemente, una herramienta tanto
para la persuasión como para la recogida de información, potencialmente útil
tanto para controlar las opiniones como para solicitarlas” (La opinión pública. Esfera pública y comunicación Barcelona,
Paidós, 2001. Página 50). Se puede ir más allá. Si consideramos que la
comunicación es el ámbito donde se construye el poder y el poder es la habilidad
de hacer las cosas, se podría utilizar el proceso comunicativo para generar
bienestar, confianza, sentido de pertenencia, combatir la incertidumbre hasta
inclusive para generar seguridad física, no solo síquica.
Reforzando
la idea inmediata anterior Walter Lippmann decía: “la inserción de un
pseudoambiente entre el hombre y su ambiente real. El comportamiento del
hombre responde a ese pseudoambiente, pero, como es comportamiento efectivo, las consecuencias, si son
actos, obran no en el pseudoambiente donde el comportamiento encuentra su
estímulo, sino en el verdadero ambiente donde se desarrolla la acción”. (La opinión
pública
Buenos Aires, Compañía General Fabril
Editora, 1964. P+agina 5)
En
la pagina 541 del libro Comunicación y
Poder de Castells dice, refiriéndose a los dueños de las redes
empresariales multimedia: “Así, consiguen sus intereses (hacer dinero y tener
influencia) diseñando el contenido de nuestra cultura en consonancia con sus
estrategias empresariales”. Personalmente considero que ese diseño de contenido
que se menciona también debe estar adaptado a la cultura del momento, del
estrato social al que se apunta. No obstante, con estas consideraciones no es
difícil aseverar que el Estado puede convertirse al Estado comunicativo,
interactivo con todas las herramientas existentes.
No
es la idea de imponer valores o cultura determinada sino que se pretende
interactuar entre y con ellas. Tampoco la propuesta es la de la orquestación en
el sentido de utilizar todos los medios
para crear y ambientar, crear una realidad.
A lo
largo de este trabajo se fue hablando más del Estado que cualquier otra
institución de la actividad política, pero al referirse al mismo como máxima expresión
de esas actividades se pretende incluir a todos los actores políticos y como ya
decíamos, en especial a los colectivos como los partidos políticos por ejemplo.
Abarcar toda la actividad política. Sería como un efecto cascada.
Si se
lograse institucionalizar la comunicación, tal como la describimos, como
elemento esencial para la vida democrática podría constituirse en ese
paliativo, o quizás en conductor a la solución del problema de la brecha entre
el poder y política.
En e
estadio de a conquista del poder, el Marketing Político o en algunos casos
llamado Comunicación Política, han logrado convencer a los actores políticos de
la importancia de todo esto, pero el problema es una vez en el poder. Es ahí
donde debe también institucionalizarse la comunicación, pero no la informativa
unilateral, sino la interactiva.
Palabras finales.
Determinados
factores del proceso histórico, entre los cuales citamos algunos, han
convergido en la conformación de una nueva forma de ser en las personas; la
cultura contemporánea.
La
velocidad y dinámica de los avances tecnológicos, científicos y en todas las
disciplinas en general han acelerado el ritmo de vida y nos lleva hacia un
sendero donde algo o alguien no esta. Es el Estado, otrora representante de una
concepción de la vida colectiva y hoy ausente en el acompañamiento de ese
proceso de transformación pero existente aún, como ultima ratio, en la
complejidad de la construcción y ejercicio del poder.
Esa
ausencia de acompañamiento a la sociedad en su viaje transformativo crea una
brecha entre política y poder pero a la vez, su permanencia como ultima
instancia en las cuestiones de poder le brinda la gran posibilidad de
recuperar terreno mediante la
comunicación, con una única condición imprescindible, adaptarse a esa nueva
forma de ser, que más que un ciudadano es un individuo desafectado de las
cuestiones políticas, nómada y amante de lo rápido, ágil, en cuestiones de
tiempo. Es a esa persona, que ya no dará vueltas a mirar el Estado, hablando
conceptualmente, es la que debe ser alcanzada y el único medio es la
comunicación.
La
comunicación debe en principio ser institucionalizada para ser inmanente al
Estado y ese proceso es circular ya que solo mediante la comunicación se podría
institucionalizar la comunicación de modo a que ésta sea una parte inseparable
de las acciones políticas de todos los actores políticos existentes.
Una vez
sobrepasado ese estadio, el Estado podría empezar a considerarse un organismo
sujeto de poder y compañero de la cultura contemporánea.
Leandro
Prieto Ruiz
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