La Reelección. Un
debate a partir de la doxa.
En un trabajo anterior se
desarrolló, o mejor dicho, se relató el itinerario histórico de la reelección.
El resultado de lo investigado fue que en dos ocasiones (Reglamento de Gobierno
de 1813 y Ley que establece la Administración Política del Paraguay) no fue
manifiestamente prohibida por lo que en una de ellas se consideró válido reelegir al primer
mandatario por tres veces (Carlos Antonio López), en otra ocasión se le puso
como límite o condición dos periodos presidenciales de intermedio (Constitución
de 1870), en dos ocasiones se aprobó la reelección inmediata por un periodo más
(Carta Política de 1940-Constitución de 1967) y una vez la reelección indefinida
(1977). Es la Constitución de 1992 la que pone un límite tajante al establecer
“No podrán ser reelectos en ningún caso”.
También se mencionó, que ya es
una constante que a determinada etapa de un periodo presidencial aparezcan los
grupos pro reforma o enmienda proclamando la enjundiosa necesidad de la
reelección, hoy en día claramente prohibida por la Constitución, lo que a su
vez genera debate y discusiones en diversos sectores de la sociedad acerca de
la conveniencia o no de la reelección cuestión muy diferente al debate seudo
intelectual sobre el proceso político-jurídico (enmienda o reforma) que se
debería realizar para cambiar el artículo constitucional que obstaculiza la
realización de este fenómeno electoral.
En el presente trabajo no hay intención
de participar en el debate sobre el proceso pertinente para cambiar dicha
disposición sino más bien la idea es recabar los argumentos que según la doxa
sirven para sentar postura a favor o en contra de la reelección. Esto es,
apartando la ciencia política, la filosofía académica, la sociología y otras
ramas que pudieran estudiar el caso, reunir la opinión y lo que la gente común
habla al respecto.
Uno de los principales factores
que inciden en la opinión de muchos es la subjetivación que se realiza con
respecto a una herramienta electoral que es un instrumento jurídico de derecho
público. Es decir, la gente sienta postura de acuerdo a sus preferencias sobre
el presidente de turno y sus autoridades.
Obviando que la subjetivación es
propia del ser humano, también es menester mencionar dos elementos para
reforzar esta situación: el primero es que el Paraguay experimentó en variadas
ocasiones confecciones constitucionales a medida del mandatario del momento
como lo fueron la Carta Política de 1940 para el Mcal. José Félix Estigarribia
y la enmienda constitucional de 1977 para el General Alfredo Stroessner. Otro
tercer elemento y creo el más importante es que los que proponen la reelección
son siempre cortesanos que no pueden ocultar su voluntad de caer en gracia al Jefe del ejecutivo a quien beneficiaria
tal hecho. No obstante a ello, hay que entender que lejos de ser para una
persona, la reelección puede ser una herramienta positiva o negativa para el
país sin importar a que líder beneficie. Eso sí, debería ser parte de un diseño
institucional, de una ingeniería política bien pensada y calculada a través de
profundos estudios para luego proponer a la ciudadanía, como poder soberano, su
aprobación o rechazo.
Para poder encaminarse
metódicamente hacia una reflexión sobre este tema se debería empezar con la
pregunta ¿Para que la reelección?
¿Los periodos son muy cortos para
proyectos de impacto efectivo? Podría ser pero el Paraguay debe empezar a
madurar como nación con objetivos claros y a largo plazo de modo a sostener las
grandes directrices políticas a través del tiempo sin importar los mandatarios
de turno. Eso es una República, un espacio o dimensión donde los hombres pasan
y las instituciones quedan. Como un ejemplo en la región se podría citar a
Chile.
¿Es una limitación de la
democracia? ¿Cómo se puede responder a esto? Por una parte puede considerarse
una limitación a la democracia pero por otra, ¿acaso esta limitación no fue
establecida por medios democráticos siendo por lo tanto un hecho originado por
la democracia misma?. Este es un factor a tener en cuenta ya que puede ser un
Caballo de Troya al sistema republicano. Para la enmienda constitucional de
1977 que habilitó la reelección
indefinida, Ezequiel González Alsina, vocero de la bancada oficialista, sostuvo
ante la Asamblea Nacional que el pueblo era el poder soberano por tanto limitar
esa soberanía equivaldría a perjudicar la democracia privándole de su principal
condición cual es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo,
máxima proferida por Abraham Lincoln. Lo que paso después de la mencionada
enmienda ya todos sabemos.
¿Podría eternizarse en el poder?
Otra pregunta difícil de responder ya que vivimos en un mundo de probabilidades
sin embargo sería de gran ayuda realizar un estudio o análisis comparado para
los distintos casos que se dieron en la región como el de Colombia, Bolivia,
Argentina, Venezuela, Uruguay por citar algunos. Así mismo debería ser
imprescindible la existencia de mecanismos sólidos para evitar que esto
ocurriere.
¿Es una competencia desigual? Sin
la implementación de serios contrapesos es una competencia con enormes
proporciones de desigualdad. Imagínese compitiendo un ciudadano común y
corriente contra un candidato Presidente de la Republica. Flagrante violación
al principio de igualdad de condiciones y tan solo por citar algunas
situaciones que podrían darse: 1) utilización de los bienes públicos para la
campaña electoral (sin reelección esto ya sucede, ¿qué pasaría si hubiera? 2)
Todo acto de gobierno sería una acto proselitista, así la diferencia de espacio
en los medios de comunicación seria abismal a favor del candidato Presidente en
comparación a los demás contendientes 3) La financiación de la campaña
electoral. Empresarios, industriales, proveedores del estado, gremios y cuantos
dependan de las decisiones del Estado serian gustosos colaboradores del
continuismo que los beneficia. Por eso al hablar de reelección también se debe
tener en cuenta los procesos, mecanismos y contrapesos, que deberían ser
también de rango constitucional, para garantizar una competencia electoral en
igualdad de condiciones.
¿La sociedad castigaría al mal
gobernante no reeligiéndolo? La regla general en los casos en que hay
reelección es que el Presidente es reelecto. Ahora, definir si fue por buen
gobierno o por competencia desigual al ser un candidato Presidente es un asunto
que se debería analizar en cada caso. También es cierto es que la posibilidad
de volver a ser electo es un inmejorable incentivo para hacer bien las cosas.
Sin embargo, utilizar la argucia de que sería una herramienta de premio o castigo
no es lo suficientemente sólida ya que podrían utilizarse otras formas de
premio/castigo sin tener que estar esperando cinco largos años para hacerlo.
¿Cómo se puede ordenar el debate
reeleccionista? Se debería distinguir que este debate en particular está
fundado en tres pilares básicos distintos entre sí pero necesarios en su
conjunto.
1) El debate técnico – jurídico. Es en el
que los juristas, políticos y entendidos en cuestiones Constitucionales
discuten sobre la forma o proceso que se debe llevar a cabo para cambiar el
artículo constitucional que prohíbe la reelección.
2) El debate político-constitucional: Es
en el que la sociedad entera plantea o debería plantearse cuestionando, a favor
o en contra, amplia e integralmente, este fenómeno electoral en todos sus
matices posibles. Es lo que intenta hacer este pequeño trabajo.
3) El debate de personalización y/o
subjetivación: Es en el que, soslayando todo tipo de argumento
institucional o doctrinario, gira en torno al peso o la figura de la persona
que ejerce como Presidente en ese momento.
Reconociendo en cuál de estas
tres dimensiones se dirime la cuestión reeleccionista, facilitaría de manera
importante el desarrollo del debate.
Terminando, sin importar la postura que cada cual pudiera tener, es de
fundamental importancia reconocer que la reelección no puede tratarse como un
repuesto suelto sino más bien como pieza de un sistema político jurídico
diseñado por la ciudadanía mediante sus representantes con un objetivo claro,
ya sea un cambio político, un nuevo orden u organización estatal, una
distribución de poderes más eficaz, entre otros, que sea de orden
institucional, democrático y republicano. No sujeto a la personalización de un
determinado presidente o líder. Por eso a mi entender, la reelección debe
formar parte de un amplio abanico de posibles reformas constitucionales que
sean planteadas reconociendo que todas
son parte de un sistema.
Leandro Prieto Ruiz.