La democracia en América de Alexis de Tocqueville en palabras de Christiane Zschirnt
"Tocqueville sorprende por la clarividencia con la que aprehendió los mecanismos de una sociedad democrática, tras solo diez meses de residencia en E.E.U.U. El autor analiza el gobierno más moderno y potencialmente mas exitoso del mundo, pero también pone de manifiesto los puntos neurálgicos de la democracia de masas. Muchas de sus observaciones mantienen su vigencia: ¿Cuál es el papel real de los ciudadanos en una democracia? ¿Cuánta libertad otorga la opinión de la mayoría al individuo en una sociedad de masas? ¿Qué desviaciones son admisibles en una sociedad de masas en la que las diferencias se igualan?
Uno de los puntos débiles de la democracia de masas es, de acuerdo con Tocqueville, que ésta contiene dentro de si los presupuestos para crear una sociedad apolítica. Si todos son iguales y el dinero es el único medio de diferenciación personal, es fácil que el interés principal de los ciudadanos se dirija a asegurar su posición social mediante la propiedad. De esta manera, los ciudadanos dedicaran su atención solo a la esfera de lo privado, descuidando la política, que es confiada a los lideres. Esta retirada latente de los ciudadanos de la vida pública origina, en opinión de Tocqueville, el riesgo de crear un despotismo democrático, en el que el gobierno tutela al pueblo. Mientras que la mayoría de sus contemporáneos temían el sistema democrático, porque creían que allanaba el camino a la rebelión de las masas y, con ello, a la revolución, Tocqueville demostró que era mucho más probable que sucediera todo lo contrario. El peligro no reside en que los ciudadanos de una democracia se conviertan en una turba que pretende mejorar la sociedad utilizando métodos violentos, sino en que se generalice la apatía política.
Tocqueville opina que la mayor amenaza para la democracia radica en que la igualdad socave la libertad. Es decir, la posibilidad de que la opinión de los particulares y de los que piensan diferente sea victima de la presión de la conformidad. Tocqueville hablaba de la "tiranía de la mayoría" y consideraba que los Estados Unidos eran la nación cuyos ciudadanos gozaban de menor independencia intelectual. La tiranía de la mayoría pone en peligro la democracia, porque amenaza uno de sus presupuestos políticos básicos: la conciencia de la libertad individual. El que permanezca dentro de los márgenes permitidos por la opinión mayoritaria puede actuar con libertad. Sin embargo, el que se parte de ellos, si bien no ha de temer una represión estatal, si se enfrenta a la presión moral del despotismo de la mayoría. Aunque no acabe en prisión, se sitúa fuera de la sociedad.
El tema de la libertad del individuo fue tratado pocos años después por el ingles John Stuart Mill, que escribió un alegato On Liberty, (Sobre la libertad, 1859) acerca del derecho a la diferencia (a pensar de manera distinta y a la excentricidad) de los particulares en la sociedad de masas moderna.
Tocqueville consideraba que el poder ilimitado de la mayoría era especialmente peligroso cuando iba unido a la mediocridad. Había observado que la democracia abría las puertas a los talentos más corrientes. Con este sistema, hombres ambiciosos, aunque no especialmente inteligentes, tienen la oportunidad de conectar con las masas mediante lemas electorales sencillos. Por el contrario, personalidades extraordinarias no tienen, por lo general, posibilidades de ser elegidas, porque la gran mayoría ni siquiera los entiende. El déficit de personas especialmente dotadas en las filas de la dirección política conlleva un riesgo enorme: permite la acción de demagogos y oradores carismáticos que pueden alcanzar el favor del pueblo con meras promesas.
El autor, que, por cierto, también predijo que Estados Unidos y Rusia serian las potencias del futuro, consideraba que la democracia no era la mejor forma de gobierno, pero sí la única posible. Aunque no creía que la democracia fuera perfecta, seguía pensando que, con todos sus defectos, era la mejor de las posibilidades." (Texto extraído de: Libros. Todo lo que hay que leer, de Christiane Zschirnt)
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