ANTECEDENTES DE LA FUNDACIÓN DEL
PARTIDO COLORADO
El General Caballero tenía grandes intuiciones. Captaba
perfectamente, por ejemplo, la dialéctica entre nacionalismo y liberalismo, no
como un asunto superficial, sino cabalmente. El nacionalismo siempre pugno por
la preservación de lo autóctono, la identidad nacional; el liberalismo, en
cambio, buscaba eliminar nuestros
caracteres nacionales, a favor de una supuesta globalización de relaciones
humanas. Para el nacionalismo, la consigna era penetrar en el pensamiento de
Francia y los López, para enarbolar al ser nacional; para el liberalismo la
cuestión giraba entorno a Adams Smith y la escuela manchesteriana. Lógicamente,
ambas posiciones eran contrarias. Y como era necesario enfrentar al
liberalismo, nada mejor que promover la fundación de un gran partido
nacionalista y popular, que por encima del tiempo y de los acontecimientos,
asumiera en plenitud la defensa de la tradición nacional. Tales son los
antecedentes ideológicos, éticos y sociológicos, que presidieron la fundación
de la Asociación
Nacional Republicana (Partido Colorado) el 25 de agosto de
1887.
No debemos olvidar que durante el gobierno del Dr. Francia, se registra una gran
conspiración interna, orientada a derrumbar los cimientos de la independencia
nacional y entregar el país a Buenos Aires, a fin de restaurar el antiguo
Virreinato del Río de la
Plata. Frente a tamaña pretensión, el Dr. Francia uso un
rigor legítimo, en cumplimiento del mandato de los grandes Congresos de los
años 1811, 1813, que encomendaban a los primeros gobiernos patriotas, la
preservación de la independencia y soberanía del Paraguay.
También hay que mencionar que bajo la presidencia de don Carlos A. López, se creo en Buenos
Aires una denominada “Asociación Paraguaya”,
integrada por algunos que renegaron a su patria, proponiendo una guerra de
conquista, para incorporar al Paraguay a la Confederación Argentina, pretensión que
el pueblo de la Republica califico de traición a la patria.
Y también es imprescindible mencionar la formación de la “Legión
Paraguaya”, en víspera de la guerra de la triple alianza, para luchar
militarmente en dicha contienda, contra el gobierno del Mcal López. Estos tres
antecedentes explican perfectamente lo que ocurría en el campo
militar, político e ideológico, en un enfrentamiento total con el nacionalismo,
hecho que a ningún paraguayo podía pasar desapercibido.
El liberalismo se equivoco muy grandemente, cuando pensó que con la
destrucción del Paraguay, como resultado de la guerra de 1864- 1870, el
nacionalismo había sido extirpado del
sentimiento paraguayo. Para desmentirlo, alli estaba el Gral. Bernardino
Caballero, a la cabeza de un gran movimiento de opinión nacionalista, dispuesto
a seguir combatiendo al liberalismo en el terreno de las luchas electorales.
Aquel
cometido, que no pudo ser planteado todavía bajo las presidencias de Juan B.
Gill y de Cándido Barreiro, en parte porque las condiciones objetivas no
estaban maduras, y en parte también porque se aguardaba a una gran personalidad
(como la del Gral. Caballero) para asumir el liderazgo, recién en 1887 pudo
concretarse aquel noble propósito nacional. Además, al iniciarse en 1880 la
primera reconstrucción nacional, bajo la presidencia del propio Caballero, la
situación se despejo lo suficiente, como para abrir paso a fundación de un gran
partido requerido por las circunstancias históricas en consecuencia, cuando en
1886 el Gral. Caballero entrega el mando a su sucesor, el Gral. Escobar, el
Centauro de Ybicui intuyó acertadamente que la hora de fundar una gran entidad
política nacionalista, había finalmente llegado.
Con esto también queda demostrado que en la fundación del partido
colorado el 25 de agosto de 1887, no hubo nada improvisado; por el contrario,
se crearon primeramente las condiciones objetivas propicias, para abordar
después con pleno éxito, la concreción histórica de una gran fuerza política
nacionalista, para enfrentar así a la corriente liberal. Basta una lectura del
texto del manifiesto fundacional, firmado por el Gral. Caballero, para
verificar detenidamente todo lo mencionado. Aquel proceso, visto hoy a través
de la distancia y del tiempo, se asemeja a una obra de arte, cuidadosamente
elaborada.
La realidad se encargo de sancionar con fuerza irrebatible la condición
de partido político mayoritario que exhibió el coloradismo, desde su nacimiento
mismo. Todas las veces que el pueblo fue convocado a elecciones, la respuesta
fue categórica; los candidatos colorados triunfaron por amplio margen de
sufragios; hecho que permitió que la reconstrucción nacional se fuera
consolidando en los años siguientes y que el Gral. Caballero presidiera la
agrupación en forma continuada, inspirando a los gobiernos sucesivos- hasta la
traición del año 1904- las medidas exigidas para solucionar los problemas
nacionales.
LEANDRO PRIETO RUIZ
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