Un 20 de mayo de 1839 nacía en Ybycuí-Paraguay Bernardino Caballero Melgarejo, figura preponderante de la historia nacional. Así lo recordamos hoy.
Presentación del libro “Bernardino Caballero. El Gran
Iniciado.”
En sociedades o naciones donde predomina el pensamiento mágico, es un arduo acto de valientes bajar al plano de lo humano, como pretenden Saúl y Fabián, a una figura que, parecería predestinada a ser ubicada en esa intersección entre la realidad, el mito y la leyenda. Estas páginas soslayan ese realismo mágico, en que muchos, tal vez ante el hechizo del relato de su vida, han descrito al General Bernardino Caballero.
El desafío de los autores hoy es una realidad y
cuenta con muchos más aciertos que errores, los cuales son actos inherentes a
nuestra condición humana, la misma que, a través de esta obra quieren investir
al Centauro para regresarlo nuevamente al Bernardino paraguayo, hijo, hermano,
soldado, político, revolucionario, estratega y estadista, amigo, protector y
protegido, masón y, por supuesto; progenitor. Un ser humano de carne y hueso,
con tanto victorias, como derrotas, sin embargo, a todas luces, excepcional
entre sus iguales. Hay sorpresa y espanto, orgullo y desencanto. Estas
dimensiones de su vida son desarrolladas en estas hojas.
La transversalidad de esa humanidad que pretenden
genera una sublime paradoja con la biografía del General Caballero, que de no
ser por la meticulosa investigación que dio fruto a este libro, parecería casi
irreal.
En la revista Cuadernos Republicanos número 7,
del Dr. Leandro Prieto Yegros, se encuentra un artículo sobre: “Arturo Brugada:
biógrafo y exegeta del General Bernardino Caballero”, donde se menciona que sus
obras “destacan, por el acopio de datos de primera mano y lo ponderado de
criterio, sus reseñas biográficas del prohombre de Ybycuí, cuya acción política, en sagaz interpretación, lo sitúan
como uno de los más lúcidos exegetas
tanto de la epopeya militar como civil del reconstructor de la Nación”.
Este trabajo sigue esa senda, y aún más,
aportando e interpretando datos, fotografías e información inédita de cuanta
dimensión terrena pudo tener, van legando contenido que servirá para enriquecer
a nuestra historia, porque al final, sea vida o historia, es lo mismo, ello se
resume indefectiblemente a una cuestión: el legado.
Por ello y para asegurar su cometido, tampoco
escapan a la sabia concepción de Víctor Morínigo que decía: “Diremos solamente
que los hombres tienen una marcada tendencia a interpretar los hechos históricos y a los hombres que
pertenecen a la historia, con el
espíritu de su época, juzgando con los prejuicios de las tendencias sociales e
ideológicas de su tiempo, hombres y cosas, fenómenos sociales y políticos que
fueron el resultado de otro clima
espiritual, de otra tendencia cultural, de otro sentido de la vida en
sociedades cuyo nivel ha sido superado. Si alguna ciencia precisa de critica
objetiva esa es la historia. Porque quien no posee espíritu objetivo, compila
documentos históricos o hace novela, pero no hace historia.”
Bajo este postulado estos dos escritores
reafirman su propósito de considerar a los protagonistas históricos en relación
con las ideas de su tiempo, los propios problemas que ellos debían resolver,
las opciones que las circunstancias de aquellas épocas le brindaban, para no
incurrir en el error de atribuirles ideas nuestras o colegir situaciones que no
podrían más que realizarse en otra época, fuera de la suya. De esta manera es más
sencillo conocerlos como individuos, así también, como parte de una determinada
sociedad con sus valores, principios, costumbres y cultura.
Aquí tienen, ofrecida por dos apasionados
investigadores, la más completa y prolífica presentación de la homérica vida de
un hombre tan gravitante en los quehaceres patrios, que su ofrenda se encuentra
eternamente consagrada entre los anales de la heroica nacionalidad paraguaya.
Leandro Prieto Ruiz
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