BIOGRAFÍA DEL DOCTOR IGNACIO A. PANE.
Entre
los intelectuales más distinguidos que dieron brillo a la Asociación Nacional
Republicana, cabe mencionar con entera justicia a Ignacio Alberto Pane, nacido
en Asunción en 1880, apenas diez años después del martirologio de Cerro Corá.
Se destaco desde muy joven en el famoso “Instituto Paraguayo”, donde recibió su
educación primaria, con el esmero que ponían en su labor, los connotados
pedagogos Doctor Pedro Bobadilla y Escribano Ezequiel Jimenez. Y el ciclo
secundario lo curso en el Colegio Nacional de la Capital, juntamente con la
mejor juventud de su época. Esta entidad fue un verdadero semillero de
intelectuales, que honraron a la cultura nacional.
Con
el titulo de Bachiller en Ciencias y Letras, paso de inmediato a la Facultad de Derecho de la Universidad de
Asunción, donde ya desde los primeros cursos, se hizo de respetable fama.
Apasionado de la lectura, rebaso el marco meramente académico y acumulo vastos
conocimientos e todas las ramas del saber. “Ganose así fama de erudito”, señala
Carlos R. Centurión, en el Tomo I de su historia “Historia de la Cultura Paraguaya”.
Se especializó en sicología, filosofía y sociología, cuando esta última aún era
casi desconocida en el país.
Convocado
para ejercer la cátedra, lo hizo con autoridad y solvencia, en las disciplinas
mencionadas, en el Colegio Nacional, la Escuela Normal y la Facultad de Derecho de la Ciudad Comunera, ocasión en que
una multitud, entre alumnos inscriptos y otros tantos oyentes, colmaban las
aulas. Su reputación fue creciendo y era considerado ya un Maestro de
Juventudes. Sus compañeros y discípulos lo recordaron siempre por la
profundidad de sus conceptos y el extraordinario don de enseñar, del que estaba
provisto.
Ignacio
A. Pane y Juan O’leary se iniciaron juntos en el periodismo y la política, ya
que ambos levantaron como bandera de lucha, el rojo pendón del General
Bernardino Caballero. Sus primeras armas las hicieron ambos en el periódico “El
Estudiante”, “La Semana”
y “La Democracia!,
punto de partida de sus más connotados logros en las lides cívicas.
Pane
descolló también en la diplomacia, desempeñando delicadas funciones en la
representación nacional de Santiago de Chile, que fue el estrado desde el cual
proyectó su nombre y sus ideales en el extranjero, identificándose siempre con
las grandes tradiciones del Doctor Francia, de los López y del General
Caballero. Este último lo distinguió siempre como uno de sus herederos de su inmaculada
trayectoria. Así abrevo Pane en las mismas fuentes del nacionalismo paraguayo.
Y
no se equivoco el glorioso Centauro de Ybycui, porque el Doctor Pane fue desde
su juventud, una figura emblemática del Partido Colorado, asociación política
que identifico su ejecutoria con la causa del Mártir de Cerro Cora. En este
sentido, siempre la coherencia de Pane fue absoluta e inconmovible. Y como tal,
influyo decisivamente en los cuadros intelectuales del país, adversos al
legionarismo en todas sus formas y manifestaciones.
Precisamente
el elemento legionario, desde 1870 en adelante, escarneció desvergonzadamente
la figura patricia del Mariscal Francisco Solano López. Para contrarrestar tan
maléfica campaña, Enrique Solana Lopez, con el apoyo de Pane y O’leary,
editaron el diario “La Patria”,
órgano de combate de la causa nacional. Como nombre de guerra, Pane escogió el
nombre de “Matías Centella” y O’leary hizo lo propio con el seudónimo de
“Pompeyo González”. Alguna vez, la juventud que lleva su nombre, debemos
reeditar aquellos artículos de combate, que modificaron el curso de la
historia.
Plenamente
consciente Pane de la entereza de las Residentas, durante la guerra que nos
trajo la inicua triple alianza, publicó un poema de gran inspiración lírica,
titulada “La Mujer Paraguaya”,
poniendo de resalto el sacrificio de las madres, las esposas, las hermanas y
las novias, a todo lo largo de la hecatombe de 1864-1870. Publicado en 1899,
aquel poema, que es un canto a la justicia y al amor, consagro al Doctor Pane
como el más destacado poeta lírico y épico de su generación. ¿Cuántos de
nosotros lo conocen? Muy pocos. Y eso debe ser rescatado del olvido.
Juntamente
con Solano López el joven y O’leary, Pane consagro su vida a la predica y a la
practica del nacionalismo paraguayo, definiéndolo como una emoción espiritual
incanjeable y un posicionamiento racional de sólida raíces históricas y
sociológicas, para defender y desarrollar la genuina identidad del pueblo
paraguayo. El tema era más agudo inclusive, por el afán legionario de
sustraernos a nuestras glorias y entregarnos al mercantilismo porteño. Aquellos
tres gladiadores frustraron para siempre, todo conato de supremacía liberal.
A
juicio del citado Carlos R. Centurión en la obra mencionada, Pane fue entre los
nacionalistas “el mas convincente y hábil de aquella época apasionante de
nuestra historia” “Su vocación, sus afanes de investigador, su espíritu
critico, agudizado por el estudio de las ciencias abstractas, le permitieron
sentar tesis definitivas”. Debemos asumir con pesar, lo poco que conocemos en
torno a la bibliografía del Doctor Pane en la actualidad. Y ha llegado la hora
hacer una rectificación de fondo.
Como
era de esperar, desde muy joven Pane se inscribió en el Libro Rojo del
coloradismo. Su actuación no conoció altibajos. Puso talento y dignidad en la
empresa de poner de resalto la significación de su partido en los anales
políticos nacionales. Si bien la traición de 1904 peso como una lapida mortal
sobre la cultura paraguaya, y e particular, sobre la ejecutoria cívica de la Asociación Nacional
Republicana, el Doctor Pane fue uno de los mas conocidos adalides del
coloradismo. Sufrió persecución, cárcel y destierros, sin declinar jamás en sus
convicciones. Su vida es un ejemplo para la juventud y toda la ciudadanía.
En
medio del torbellino de las pasiones, no cejo en su labor periodística desde
las columnas de “La Tarde”,
denunciando los infinitos desbordes del Partido Liberal. El Doctor Centurión,
pese a militar en dicho partido, le hace justicia: “Después de la revolución de
1904, Pane ha dejado paginas inolvidables, que parecen escritas a sangre y
fuego”. No dejó de lado, sin embargo, su monumental obra científica, política y
literaria. En el próximo articulo haremos una breve reseña de su contribución a
la cultura paraguaya.
Breve reseña del aporte de Ignacio A. Pane a la
cultura paraguaya.
Dejó el Doctor
Pane unas importantes “Lecciones de Literatura Preceptiva”; un “Tratado de
Sociología”, que durante mucho tiempo fue texto de estudio para profesionales y
estudiantes; adelantándose a los actuales ensayos indigenistas, el Doctor Pane
describió a “La mujer guarani”, “El indio Guarani” y “La familia paraguaya”.
Con visión de porvenir, editó “Nuestra bandera en las guerras futuras”, cuyo
contenido posee rauda actualidad y explica muchas cosas, aún en las sombras,
que ocurrieron en el Paraguay.
También
se publicaron los títulos siguientes: “Conceptos de la filosofía”, “Cantos extranjeros al Paraguay”, “La mujer
ante la causa obrera”, “Geografía social”, “ El método y las ciencias
sociales”, en los cuales desarrolla principios del socialismo humanista, a la
sazón, prácticamente desconocidos en nuestro medio. En este sentido, el Doctor
Pane enriqueció el bagaje intelectual del coloradismo, poniendo énfasis en lo
social, en franca polémica contra el individualismo liberal. Resulta increíble
todo cuanto ignoramos sobre este eminente republicano.
En
el ámbito literario, escribió “La canción de la tijeras”, “Poesías selectas” y
el drama titulado “Beatriz”. Además fue el primero en escribir poesías en
idioma Guarani, enriqueciendo el conocimiento de nuestra lengua matriz, tan
poco conocida hoy, salvo un conjunto de palabras de uso coloquial. Amaba el
idioma Guarani, el cual sabía manejar a
la perfección. Este es otro aspecto que debemos reivindicar, del rico legado
del Doctor Ignacio A. Pane
Si
a todo esto, le sumamos su obra científica, principalmente filosófica y
sociología, así como su paso por el Congreso Nacional, donde sostuvo grandes
polémicas con el liberal Modesto Guggiari, sobre la trascendencia del marxismo,
podemos darnos cuenta que el Doctor Pane es un hombre de avanzada en el
pensamiento y en la acción, como muy pocos los hubo en nuestra patria. Debemos
sentirnos orgullosos, por eso, de enarbolar su augusto nombre.
A
titulo de ejemplo veamos su famoso “Don Quijote abá ñee me”, como un paradigma:
Oico
petei Levy, ñandeypyjhape,
Caraimi
petei iporajhumiva,
Jhedyva
ichu iva
Mombyry
ojhupytyva iñapynguape
Piruramo
yepe, ñorairojhape
Ndypori
pyaguzu Jese omoiva
Itarovainte, jha jhapepe oiva
Ojheyase
opaichavo jhendape
Vai
oicorire, ape jha pepe
Jhapichape
ojhayjhugui pucajhava
Jhera
nomombaci ñandeapytepe
Ndiporimo ivaiva jha iñañava
Yaicorire yuasyjhuvo, yaikovepe
Peteimimi jha eicha itarovava
Es probable
que para muchos compañeros, esta versión de Don Quijote de la Mancha en idioma Guarani,
constituya una verdadera sorpresa. Por eso precisamente la insertamos en esta
breve biografía del Doctor Pane, como un incentivo para una investigación a ser
realizada ulteriormente, con la debida profundidad. Porque en realidad, muchos
aspectos de su vida y de su obra, nos darán verdaderas sorpresas.
También su poesía titulada “El Pombero” es digna de que sea reproducida
aquí.
“¿No lo oistes? ¿No te espanta ese
silbido
Que ha salido del espeso matorral?
No es el grillo ni la víbora
Ni el fatídico chirrido del suinda.
No es el viento que
silbando se detiene
Del callado cementerio en el cipres.
Ni el arroyo en su salterio
Cuyas notas se repiten en monótono
sostén.
No es la voz con que se
queja a media noche
Tristemente en el boscaje
urutau
Ni la débil voz doliente con que el
pora nos revela
Sus angustias cuando deja el ataúd”
Como expresión
de belleza, esta breve trascripción nos da la pauta de la vena poética de alto
vuelo, del Doctor Pane, admirado en los círculos literarios del país y del
exterior, por la delicadeza descriptiva de su estro. Quisiéramos extendernos
más, pero que eso se quede oportunamente, en manos de quienes salgan a reflotar
su memoria.
El Doctor
Ignacio A. Pane cerró sus ojos eternamente en Asunción, en el año 1920. Su
muerte fue una verdadera pérdida para la patria, que se vió privada así de uno
de sus mejores hijos. Nos queda a nosotros el recuerdo y el deber de conocerlo
y darlo a conocer al estudiantado y a todos los paraguayos.
EL PENSAMIENTO DE IGNACIO A. PANE
Los orígenes del
pensamiento filosófico del Doctor Ignacio A. Pane, tienen su punto de partida
en Aristóteles, quien además de no ser un exponente del individualismo (y como
tal, adversario del sistema liberal), enseño con meridiana claridad que la
sociedad tiene una personalidad distinta y superior a los miembros que la
componen. Dicho de otro modo, toma posición por un socialismo humanista, que se
traduce en su concepción de la “polis” griega, que expresaba la concepción
organicista de la sociedad, en contra de la escuela atomista de Democrito y
Epicuro. Porque en lo que respecta a la comunidad, Aristóteles sostuvo con
fuerza en su obra “Política”, que la polis no es un agregado de individuos,
sino una comunidad de destino.
Por
eso mismo, Aristoteles puntualiza expresamente: “Vemos que toda polis es una
comunidad”. Podemos así captar la enorme diferencia conceptual y de fondo que
hay entre Aristóteles y Platón. Mientras que para la ciudad platónica lo
constitutivo son las leyes y las disposiciones anímicas de los sujetos,
separados entre gobernantes y gobernados, para el concepto aristotélico “polis”
lo decisivo es la comunidad política entre los ciudadanos y sus modos de
liberación y de decisión, en condiciones de igualdad para todos. Para el, este
proceso social de argumentación-deliberación, dentro de una comunidad política,
es lo que constituye específicamente la
“polis” democrática, republicana y moralmente buena. En este punto se abre la
corriente anti-liberal que va a subsistir exitosamente hasta el presente.
En
las raíces, republicana y democrática de Aristóteles ( por ende, antiliberal
individualista) bebió sus primeras fuentes
de formación intelectual de Doctor Pane. Su opuesto fue el doctor
Cecilio Báez, liberal manchesteriano, individualista y favorable al capitalismo
al que para ironía de la posteridad, llamo “civilizador”. Siempre en esa línea
de pensamientos, el Doctor Pane no se dejo encandilar por el iluminismo de
siglo XVIII, ni mucho menos por las doctrinas
de John Locke y Adam Smith, padres de la doctrina liberal. En cambio
estudio profundamente a Hegel y su concepción del Estado omnicomprensivo y a
Augusto Comte. El filosofo positivista, uno de los creadores de la sociología,
que el Doctor Pane convirtió en norma intelectual de su vida.
En
efecto, utilizó la dialéctica hegeliana como método de investigación científica
y expuso el positivismo a la crítica de la comunidad intelectual paraguaya. Un
autor identifica a Cecilio Báez y a Ignacio A. Pane, como mentores de la
modernización de la Universidad Nacional
y añade que el segundo es “ un positivista pleno” y que en él,” el positivismo
adquiere preponderante acento sociológico, desde el equivalente de lo que la
filosofía es a una ciencia en formación, y es a las ciencias sociales el
equivalente de lo que la filosofía es a una de las demás ciencias”.
(“Influencia del positivismo en el Paraguay”, Justo Pastor Benítez (h), Napa,
colección Prisma). Como sabemos, la sociología es una ciencia que concibe la
sociedad en su unidad e intenta explicarla según leyes y causas cósmicas,
conforme de la evolución universal, de la cual no es sino una fase la evolución
social”.
A
juicio de Pane, “lógica e históricamente, Comte tenia razón al colocar a la
sociología en el lugar mas alto de las jerarquías de las ciencias, ya que las
supone a todas y de todas ellas necesita”. (Ignacio A. Pane, “Apuntes de la
sociología”, Editorial América, Madrid). A su vez el polígrafo J. Natalicio
Gonzáles, considera a Pane uno de los referentes mas connotados de la
intelectualidad paraguaya. Apreciación en la que coinciden Fulgencio R. Moreno
y Manuel Domínguez.
A
juicio de un contemporáneo, nos referimos al Doctor Efraín Enríquez Gamón,
puntualiza que en una época que se caracteriza por lo que podríamos llamar “la
batalla de las ideas”, los planteamientos mas serios surgidos en el seno de ANR
y sus expositores principales son. (1) Juan E. O’ Leary, en la reivindicación
de los valores nacionales. (2) Ignacio A. Pane, en la defensa de un orden
social mas justo. (3) Ricardo Brugada, defensor de los pobres y de las clases
obreras. (4) Fulgencio R. Moreno y Manuel Domínguez, sobre los derechos
territoriales del chaco, (5) Juan León Mallorquín, propagador de la reforma
agraria. Y (6) J. Natalicio Gonzáles, tal vez el ideólogo mas incisivo y rotundo
que tiene el Partido Colorado. (“Ideologías de los partidos políticos del
Paraguay”, editado por el instituto paraguayo de estudios sociales y la
editorial cuadernos republicanos, página 298 a 311, Efraín Enríquez Gamón.
Este
autor le hace plena justicia al doctor Pane, cuando hace su presentación como
el mayor defensor de un orden social mas justo, en concordancia con los otros
próceres del coloradísimo citados en la obra de referencia. A su vez, el Doctor Prieto Yegros añade que
“el acento social forma parte esencial de la ideología colorada; dicho acento
es mas intenso a medida que crecen los problemas sociales”.
Y refiriéndose al Doctor Pane, comenta que “el
fuerte sentido de identidad con la lucha gremial llevo a Ignacio A. Pane a decir,
en un estudio divulgado en 1916, que el Partido Nacional Republicano se había
adelantado en materia social, al incorporarla a su programa, aseverando que NO
PUEDE DECIRSE QUE EL PROBLEMA OBRERO FIGURE EN NUESTRA PLATAFORMA POLÍTICA COMO
SIMPLE RECLAMO. NO NOS HEMOS LIMITADO A LAS PALABRAS, A LAS LINDAS PALABRAS,
HEMOS LLEVADO A LA PRACTICA NUESTRAS
IDEAS SOCIALISTAS”, ejemplificadas en el proyecto de la jornada laboral de 8
horas.
Y
concluye el Doctor Prieto Yegros: “Es evidente que el socialismo nacional de
Pane, sin ningún parentesco marxista, implicaba la adopción de una nueva
legislación social, y un mejoramiento integral de la sociedad en beneficio de
los sectores mas débiles”, (“Ideología de los Partidos Políticos del Paraguay”,
ya mencionado mas arriba). El Doctor Pane cerraba este mensaje al porvenir, con este concepto. “No
pretendemos suprimir de golpe y porrazo el capital, sino transformarlo,
mejorarlo”. (Ignacio A. Pane, “Política y Obreros”). Es un desafío pendiente,
que corresponde asumirlo a las generaciones actuales.
Es
de suma importancia aclarar que al referirse a socialismo no estamos
mencionando el marxismo que hoy intentan imponernos, sino a la atención y
solución de las cuestiones sociales que aquejan a los más débiles. Por otra parte
es fundamental no caer en la equivocación que algunos han cometido en
encasillarle a la
Asociación Nacional Republicana como un partido socialista.
Craso error! La A.N.R.
es un partido Republicano cuyos orígenes se remontan a la Grecia antigua, a la Republica Romana,
a la
Revolución Independentista Norteamericana, a la Revolución Francesa
y a la brillante síntesis del Gobierno del Dr. Francia que no en vano fue
incluido en el Calendario Positivista de Augusto Comte, siendo él y Bolívar,
los únicos latinoamericanos en ocupar dicho sitial, como nos comenta en un
trabajo el Dr. Julio Cesar Frutos.
Estas
ideas son el numen del Centro Universitario Ignacio A. Pane. Ellas deben
iluminar los pasos de universitarias y universitarios tanto en su vida privada
como en la pública.
Leandro Prieto Ruiz
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